miércoles, 20 de octubre de 2010

ENSAYO

“La educación es una liberación, la pedagogía una forma de producir la libertad, y tanto la educación como la pedagogía han de preocuparse no de lo disciplinario producir saber, sino de trasformar sujetos. No producir sujetos, sino llevarlos a procesos de transformación de su propia subjetividad”. (MICHE FOUCAULT)
Tomo como referencia el pensamiento de Foucault para reafirmar también lo que he interiorizado en la lectura de Martínez Guzmán, planteamientos que me  invitan a motivar la transformación, la reconstrucción y el desarrollo de competencias como método de generación de reconocimiento y restablecimiento de la solidaridad social.

Primero que todo, la competencia comunicativa de la escucha, como posibilidad de valoración de la palabra de los demás.  En este aspecto el reconocimiento del otro como interlocutor válido, no como simple escucha, o como simple receptor de mis ideas sino como sujeto en la construcción de saberes comunes. En conformidad con lo anterior encontramos los postulados de Freire quien afirma que “enseñar exige saber escuchar” y es esa habilidad comunicativa la que se desenfocado de los procesos comunicativos. En tanto no pongamos en práctica el ejercicio de saber escuchar, no conseguiremos un cambio en los patrones comunicativos. Por lo anterior, es fundamental en el espacio dinámico de formación desarrollar la escucha respetuosa y tolerante como requisito previo en los diálogos, en las conversaciones, en los encuentros y acuerdos de trabajo, desarrollo de acciones inherentes a los procesos académicos.

 Otra competencia a desarrollar es la competencia comunicativa de la expresión oral, donde al estudiante se le permite su reconocimiento, validarse a sí mismo, porque la autoestima que implica el respeto a su propio ser, es el fundamento para ejercitar el respeto a otros seres y personas, a la naturaleza en general. Ahí juega un papel importante el tiempo; dejar actuar el tiempo para hablar, tiempo para buscar la palabra adecuada, tiempo para escuchar con atención lo que el otro quiere expresar. Todos esos momentos que se viven en el aula de clase y que muchas veces por la inmediatez, por la irreflexión, por los afanes de la vida se van deteriorando y gestando sentimientos de rencor, venganza, resentimiento.

La competencia argumentativa permite confrontar posiciones opuestas, recuperar argumentos no considerados por una de las partes, integrar ideas como tesis y antítesis para una síntesis siempre integradora, siempre fuerte en cuanto reúne varios esfuerzos de comprensión. Es aquí donde se abren espacios para la diferencia, para el reconocimiento del otro y de la otra, donde se aprende a tener responsabilidad con los actos que se realizan o con las palabras que se pronuncian, con la misma relación que tenemos con el entorno.

Me apoyo también,  en mi opinión personal de la premisa de Vicent Martínez “Nos reunimos seres humanos  competentes, entre otras capacidades, para comunicarnos” lo cual permite que los docentes propongamos y orientemos en las aulas de clase diversidad de  estrategias que generen procesos comunicativos asertivos, conciliadores, basados en la tolerancia y el respeto.

Es necesario también reflexionar en el cambio de los patrones de comunicación y uso del lenguaje. Este visto y leído desde sus diferentes manifestaciones. Es preciso tener en cuenta el lenguaje verbal y el lenguaje no verbal. Cuántos mensajes podemos transmitir a nuestros niños y niñas en las clases, los cuales interpretan y les generan distintas reacciones.
Otra competencia inherente en el proceso es la capacidad creadora, la capacidad para inventar, fantasear, el desarrollo de la competencia imaginativa. Aquí cito RODARI con su gramática de la fantasía. Sugiere a los maestros muchas estrategias que le abren los espacios a la imaginación, capacidad que luego le va a permitir a los niños proponer soluciones diferentes a las ya estructuradas.

Finalmente concluyo que los maestros y especialmente los maestros de lenguaje tenemos en nuestras manos la oportunidad de generar un mundo de acciones, de orientar experiencias basadas en la tolerancia, en el respeto,  en el reconocimiento de sí mismo y del otro, valorando la individualidad y la diferencia. Nuestra tarea como lo plantea Martínez Guzmán es ejercitar la capacidad dialógica y la comunicativa para hacer de nuestras aulas espacios de paz.

(María Isabel Pabón Villamizar)

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